Las micotoxinas son metabolitos secundarios de algunos hongos que son altamente tóxicos tanto para animales como para humanos. Estos metabolitos pueden aparecer en todas las etapas de procesamiento de las materias primas desde el campo, cosecha, post-cosecha y almacenamiento, ya que existe el riesgo de que haya un aumento de la temperatura o la humedad ambiental y los hongos produzcan estos metabolitos a modo de defensa.

Los principales hongos productores de micotoxinas son Aspergillus, Penicillium, Fusarium y Claviceps. Estos hongos pueden clasificarse en dos grupos: hongos que producen micotoxinas antes de la cosecha y aquellos que producen micotoxinas una vez se han almacenado las materias primas. En términos generales, Fusarium se clasifica como hongo de campo y Aspergillus y Penicillium como hongos de almacenamiento. Aunque hay excepciones dependiendo de la climatología y condiciones de almacenamiento.

Las principales  micotoxinas se engloban dentro de: aflatoxinas, tricotecenos, fumonisinas, zearalenona, ocratoxinas y alcaloides de ergot. Se encuentran en materias primas y especialmente en los cereales, y su ingesta puede desencadenar micotoxicosis.

¿Por qué suponen un riesgo?

Es importante el conocimiento de la amenaza que supone la presencia de micotoxinas en el alimento de nuestros animales. Tanto es así, que existe una serie de límites legales establecidos para algunas micotoxinas como la Aflatoxina ya que es un potente mutágeno y cancerígeno.

Los efectos en el organismo dependen del tipo de micotoxina, de la policontaminación y de la concentración ingerida. Su presencia suele ser complicada de determinar y tenemos que tener claro que la presencia de hongos en la materia prima no significa que haya micotoxinas, del mismo modo que la ausencia de hongos no determina que el pienso esté libre de micotoxinas. Además, las micotoxinas resisten las altas temperaturas y presiones que se llevan a cabo en el procesado de las materias primas en las fábricas de pienso.

Por si fuera poco, algunas micotoxinas al ser biotransformadas y/o metabolizadas en el organismo se convierten en compuestos todavía más peligrosos, como es el caso del metabolismo de Aflatoxina B1 a M1 que es cancerígena que aparece en la leche de vaca.

¿Cuáles son los efectos en el organismo?

Una ingesta de micotoxinas constante y mantenida en el tiempo (aunque sea una mínima concentración) acaba causando daños acusados en el organismo reduciendo la productividad (disminución ingesta, pérdida de peso, diarreas) y bienestar animal e incluso puede terminar en la muerte del animal.

Los efectos en el organismo dependen de la clase de micotoxinas, los niveles, sinergias con otras micotoxinas que desencadenan efectos aditivos (ej. vomitoxina+fumonisina), la edad, el estado del animal, etc.

La lista de efectos negativos causados por las micotoxinas es compleja. Brevemente, estos metabolitos afectan al aparato digestivo (vómitos, diarreas, rechazo alimento, hemorragias, vulnerabilidad a la acidosis ruminal, daño en las células epiteliales), hígado y riñón (son tóxicas y carcinogénicas), deprimen el sistema inmune y aumentan la vulnerabilidad de los animales a infecciones secundarias, causan problemas reproductivos (prolapso vaginal, abortos, problemas de fertilidad, atrofia de órganos reproductores) o síndromes nerviosos y gangrenosos, entre otros.

¿Cómo reducir el riesgo de contaminación por micotoxinas?

Para reducir el riesgo, la práctica recomendable es vigilar las condiciones de almacenamiento de las materias primas y piensos evitando cambios bruscos de temperatura y humedad, particularmente cuando hay riesgo por las condiciones climáticas. Sería ideal realizar un análisis de las materias primas y piensos de forma regular para evitar contaminación por micotoxinas.

Además, existe en el mercado una amplia gama de adsorbentes y secuestrantes de micotoxinas que captan las toxinas en el tracto gastrointestinal reduciendo así su biodisponibilidad y evitando que entren al torrente sanguíneo y desencadenen efectos nocivos. Entre los compuestos que se usan encontramos carbón activo, arcillas (bentonita, montmorillonita), paredes de levadura o tierra de diatomeas, que son especialmente eficaces para secuestrar micotoxinas de estructura química sencilla como la aflatoxina. Las micotoxinas difieren en cuanto a su estructura química y complejidad espacial, y por ello es complicado secuestrar toda la gama de micotoxinas al mismo tiempo. Además, algunos secuestrantes como el carbón activo también captan nutrientes esenciales, por lo que son desaconsejables.

La tecnología innovadora de Olmix ha diseñado una montmorillonita interespaciada con polisacáridos estructurales de las algas, que amplía el espacio interlaminar facilitando la adsorción de micotoxinas, especialmente aquéllas con una estructura compleja. Esto le confiere una capacidad de adsorción única y de amplio espectro permitiendo secuestrar micotoxinas difícilmente adsorbibles por otros secuentrantes como son la fumonisina y la zearalenona, y sin afectar a la disponibilidad de nutrientes. Además contiene otros compuestos como tierra de diatomeas y paredes de levaduras para potenciar el poder secuestrante. El producto está disponible en dos formatos con las misma eficacia: formato polvo para incluir a la hora de la fabricación del
pienso; o en formato semolilla para incluir en granja.

Para finalizar, recordemos que para reducir el riesgo de micotoxicosis es esencial ser consciente de la problemática derivada de la contaminación por micotoxinas y monitorizar a los animales para detectar problemas en su estadío inicial siempre que sea posible, elegir materias primas de calidad, evitar problemas en el almacenamiento vigilando temperatura y humedad, realizar análisis para conocer el estado de la materia prima o el pienso y utilizar un secuestrante de amplio espectro si hay sospecha de contaminación.